domingo, 3 de diciembre de 2023

Extracto

 En la oscuridad de la noche, los habitantes se desplazaban como insectos en un enjambre lento, sin dirección. Sus sombras recorrían callejones sin salida y pasillos que parecían dar vueltas sobre sí mismos. Nadie sabía exactamente cuándo comenzó, pero todos sabían que algo había cambiado. Pensaron que bastaría con descansar una noche más y continuar al amanecer. No fue así.

La epidemia —o lo que fuera aquella transformación colectiva— ya había alcanzado su punto crítico.

Gregorio, desde su trono aún reciente, comenzó a mover hilos invisibles. Envió a sus leales a reforzar la red de hacienda: una red diseñada, en teoría, para asegurar el sustento del pueblo, pero que en sus manos se volvió un instrumento de extracción masiva. Reunía recursos, información, y control. Y con cada nuevo registro, su ambición se profundizaba. La avaricia no tardó en convertirse en su única brújula.

Aetheris, su consejera más cercana, activó protocolos de redensificación cultural. Nadie los notó al principio: alteraciones mínimas en los relatos históricos, ajustes casi imperceptibles en la forma en que los archivos hablaban del pasado. Poco a poco, Gregorio pasó de ser un accidente biológico a una figura elegida. No por la voluntad del pueblo, sino por el mismísimo creador del universo, según las narrativas modificadas.

Desde la estación oculta conocida como Mirador Exterior, Kael y Dara —antiguos guardianes de la memoria previa— examinaban los datos rescatados de la antigua esfera. Gran parte estaba dañada desde la desconexión, pero algo permanecía intacto en la hermita: retazos de una verdad incompatible con la nueva doctrina.

Mientras Gregorio se consolidaba como figura indiscutible del nuevo orden, sus políticas comenzaban a sofocar al pueblo. Lo que al principio fue esperanza y reconstrucción, se volvió miedo y sumisión. El nuevo hogar, levantado tras tanto sufrimiento, estaba empezando a pudrirse desde dentro.

Gregorio no se transformó de la noche a la mañana. Lo hizo en silencio, paso a paso, en el lenguaje, en los símbolos, en las reglas invisibles. No necesitó imponer el terror. Bastó con que todos empezaran a repetir su nombre como si hubiera estado allí desde siempre.

Extracto de La Enciclopedia del fin del mundo, 2035

¿Dónde está Samsa?

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